¡Mi hijo tiene un GANGLIO!

A veces los niños tienen bultos en el cuello que alarman mucho a las familias. ¡¿Y si son ganglios?! Los ganglios tienen muy mala prensa porque se asocian con enfermedades malignas, pero en la mayoría de ocasiones esos bultitos no quieren decir nada: como mucho, que el niño tiene algún virus o infección local. 

Los ganglios inflamados suelen tener este aspecto, como de "bolita". Fuente: Wikimedia Commons.
Para empezar, ¿qué son los ganglios? Todos tenemos en el cuerpo un sistema linfático, que es una red de vasos parecida a las venas pero mucho menos conocida. Estos vasos transportan la linfa, un líquido transparente que es donde viajan los glóbulos blancos (las células de defensa). En esta red de vasos hay algunos puntos que presentan unos engrosamientos llamados nódulos o ganglios linfáticos. Son pequeñas estructuras esféricas u ovaladas que tienen la función de fabricar las distintas células que defienden el organismo de las infecciones. Todos tenemos ganglios, pero en condiciones normales no están inflamados. 
En los adultos lo habitual es que no se vean ni se toquen, pero en los niños a veces sí se notan aunque no estén hinchados. Esto se debe a que normalmente los peques son más delgados y tienen menos grasa y menos músculo. Por eso, en pediatría, no es infrecuente notar ganglios a la palpación en niños que están sanos y esto no quiere decir que tengan ninguna enfermedad.
La red de vasos linfáticos y los ganglios, en verde. Fuente: Wikimedia Commons.
Un ganglio inflamado recibe el nombre de adenopatía. Lo más frecuente es encontrarlos en el cuello, aunque hay otras muchas localizaciones posibles: ingles, axilas, zona occipital (base del cráneo), detrás de las orejas... Las adenopatías en niños son bastante habituales, lo más frecuente es que se deban a infecciones víricas. En este caso solemos encontrar ganglios de distribución bilateral: por ejemplo a ambos lados del cuello. También pueden aparecer cuando hay alguna infección bacteriana local, como amigdalitis u otitis. En este caso suelen ser adenopatías únicas, de mayor tamaño y dolorosas al tacto. 

¿Por qué parece que dé tanto miedo hablar de adenopatías o ganglios? Porque es cierto que en ocasiones los nódulos linfáticos se inflaman debido a alguna infiltración maligna. En estas circunstancias, que son muuuuucho menos frecuentes, los ganglios suelen ser duros, no se mueven cuando los tocamos, no suelen ser dolorosos y generalmente aparecen en varias zonas al mismo tiempo. Además, cuando las adenopatías son por alguna enfermedad grave, el niño suele tener mal estado general: palidez, cansancio, fiebre, pérdida de peso...

El pediatra os preguntará por el ambiente epidemiológico: si habéis ido de viaje a algún sitio, si el niño ha estado en contacto con animales (o si tiene algún arañazo o picadura), si hay algún familiar o amigo que esté enfermo en ese momento... Todos estos datos nos orientan hacia la posible causa. Si no encontramos ninguna causa pero el niño tiene buen aspecto la actitud dependerá de las características de los ganglios. Algunas veces podemos esperar, como en el caso de las infecciones víricas que como ya sabéis se curan solas. Otras veces, en cambio, se decide pautar antibiótico o solicitar otras pruebas en caso de duda.




Enlaces de interés:
  • Martínez Chamorro MJ, Albañil Ballesteros R, Cocho Gómez P. Guía de Algoritmos en Pediatría de Atención Primaria. Adenopatías cervicales. AEPap. 2016 (en línea). Disponible online. 
  • Adenopatías. En Familia (Asociación Española de Pediatría).
  • Ganglios. Adenopatías. Familia y Salud (Asociación de Pediatría de AP).

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