Cuándo ir a URGENCIAS

Buenos días a todos, ¿cómo estáis llevando el invierno? ¿Y cómo lo están llevando vuestros niños? Seguro que a más de uno os ha tocado llevarlo al médico ya varias veces por mocos, tos, fiebre... todos esos compañeros inseparables de los peques en los meses de frío. Vamos a dejar de lado el debate sobre los jarabes para el costipado, el antibiótico para los mocos verdes o lo poco que comen cuando están malos (de momento). Todo eso son cosas que podría explicaros vuestro pediatra.

Porque al niño cuando está enfermo lo lleváis al pediatra, ¿verdad? ¿O primero intentáis tratarlo en casa con un poco de paracetamol y otro poco de paciencia? Tal vez incluso tenéis vuestros propios remedios caseros para las dolencias más comunes... dejadlos en comentarios y aprendemos entre todos 😁

Pero yo soy pediatra de URGENCIAS. Trabajo en un hospital y a menudo me encuentro con el chiringuito colapsado por patología banal o crónica que no voy a poder resolver, y que satura mucho el recurso. Cuando viene un niño que de verdad es urgente se colapsa todo porque los demás se acumulan rápidamente fuera con sus costipados o sus diarreas.

Muchos padres estáis preocupados y desconocéis si lo que le pasa a vuestros hijos es grave o no. Ante la duda y tratándose de la salud de los niños siempre es mejor consultar, porque para eso estamos los médicos y porque todo el mundo entiende que en un momento dado uno se puede asustar. Nunca me veréis culpando a nadie por tener miedo o por desconocimiento.

Pero luego hay otros que vienen porque creen que así les solucionaremos todo más rápido y se ahorrarán esperar dos meses hasta la consulta del especialista. Hoy vengo a explicaros por qué no funciona así. Intentemos entre todos hacer un uso responsable de nuestros recursos sanitarios, que no son infinitos...

1. Una urgencia médica es todo aquel problema de salud que puede ser letal o dejar secuelas irreversibles si no se atiende en 24h.

2. Sé que a veces no sabéis si el ataque de asma de vuestro hijo puede ser potencialmente fatal, o la fiebre muy alta, o los vómitos que no ceden... pero un dolor de barriga de tres meses desde luego que no. O unos granitos en la piel que tiene toda la semana. O que últimamente come menos. O que está estreñido.

3. En urgencias entraréis por orden de triaje, es decir, por gravedad. No por orden de llegada. Si vais con un niño que tiene un problema leve y os toca esperar dos horas, alegraos de no ser los padres del que ha entrado directo en camilla.

4. Las analíticas y pruebas que no son urgentes no se pueden pedir desde urgencias. Esto parece de cajón pero luego no lo es tanto. Si al niño le duele la tripa descartaremos que no se trate de una apendicitis o de algo URGENTE y luego se irá a casa. No le podemos pedir tests de intolerancias a alimentos, alergias ni "a ver cómo está de hierro y vitaminas"

5. Aun en el caso hipotético de que el pediatra de urgencias intentara pedir una prueba que no es urgente (como un TC craneal para un dolor de cabeza de un año) el sistema médico no lo permitiría. El laboratorio no nos deja solicitar analíticas ordinarias. El radiólogo tampoco nos deja solicitar ecografías a lo loco. Y con toda la razón del mundo.

6. El niño no se va de urgencias cuando está completamente curado. Se va cuando su patología deja de ser urgente. Es decir: si entráis porque tiene un virus y está vomitando sin parar y deshidratado, en cuanto deje de vomitar y sus parámetros se normalicen se irá a casa aunque todavía tenga fiebre, realice algún vómito esporádico o esté con diarrea.

7. Hay enfermedades que son importantes pero no urgentes. Si vuestro hijo últimamente está más cansado y no come mucho, o se ha estancado de peso, o a una adolescente le viene la menstruación irregular... puede que tengan un problema potencialmente grave y su pediatra deberá valorarlos sin mucha demora, pero no es competencia del servicio de urgencias. Si lleva así dos meses puede esperar perfectamente a la mañana siguiente o a dentro de tres días.

8. Desde urgencias no podemos acelerar las citas de consultas de especialidades. Tampoco podemos pediros las pruebas que le hacen falta al niño para que le vea el alergólogo, el reumatólogo o el digestivo (sirve lo mismo que para el pobre radiólogo del punto 5).

9. En los centros de salud cada pediatra suele tener consulta una tarde a la semana, y por las mañanas hay también un horario para atender urgencias. Así que si vuestro pediatra no os ha dado cita para el horario que os venía bien tenéis otras opciones, eso no es excusa para ir a urgencias porque no convierte la enfermedad del niño en algo más grave.

10. Si lleváis esperando fuera mucho tiempo y queréis preguntar cómo va la cosa porque vuestro hijo no se encuentra bien, tenéis todo el derecho a solicitar información. Pero siempre con educación y al personal adecuado (admisión, celadores, control de enfermería externo...). En ningún caso debéis irrumpir en una consulta donde se esté explorando a otro paciente. Pensad en lo poco que os gustaría si fuera vuestro niño.

11. Aunque no seamos vuestros pediatras de primaria, los médicos de urgencias podemos responder a cualquier duda que nos planteéis. No tengáis miedo nunca de preguntar lo que no hayáis entendido, porque es mucho mejor que os quede todo claro a que al llegar a casa volváis a preocuparos por algo que a lo mejor es normal.

12. Si tenéis en casa a un niño que tenía una enfermedad banal (costipado, dolor de tripa, fiebre) y empieza a empeorar progresivamente, podéis darle tratamiento igualmente antes de traerlo. No hace falta que venga medio ahogado o ardiendo con 40ºC para que nos lo creamos, lo vamos a atender igual aunque le acabéis de poner el inhalador o el paracetamol. Pobrecitos, haced el favor... 

13. Venid a urgencias sabiendo lo que le pasa al niño. Esto parece otra vez de cajón pero os sorprendería la de veces que acude solo uno de los padres y carece de información fundamental. "No sé desde cuándo está con fiebre, es que eso lo ha llevado mi pareja...". Apuntadlo en un papel aunque sea, es obvio que os lo vamos a preguntar.

14. Si llegáis a urgencias y el niño mejora espectacularmente en la sala de espera, os podéis ir a casa con toda tranquilidad. No nos vamos a enfadar. Es mejor eso a la cara que se te queda cuando llamas a un crío que está triado por vómitos y llega comiendo gusanitos.

15.  Los médicos de urgencias solemos tener protocolos muy claros y consensuados de actuación. Si un pediatra os ha dicho algo que no os ha convencido no volváis por la tarde a ver si hay otro, probablemente os va a repetir lo mismo. Si un tratamiento no está indicado no está indicado. Si una prueba no es urgente no es urgente. Y si un pediatra no te da antibiótico para los mocos, el compañero por la noche menos aún.

16. Odontología es una carrera diferente. No tenemos nada que ver con ortodoncias, aparatos, brackets y hierros varios. Lo siento pero no sabemos arreglar nada de eso, no es que no queramos.

17. Los médicos de urgencias, como el resto de seres humanos, a veces tenemos que parar para comer, dormir o ir al baño

18. No traigáis a urgencias nunca a un niño sano como acompañante, y si habéis venido toda la familia por el motivo que sea los hermanos deberán esperar fuera con uno de los padres. Creedme si os digo que los boxes de pediatría o la sala de observación son los ambientes más saturados de virus que hay. Los que estaban bien saldrán con lo que no tenían.

19. Esto no haría falta tener que destacarlo, pero no os llevéis los cuentos, lápices de colores o muñecos de la sala de espera. Todas estas cosas desaparecen en un tiempo asombrosamente rápido, y me sigue alucinando que la gente le robe los juguetes a los niños enfermos.

20. Los médicos de urgencias a veces estamos estresados, cansados y vamos con el piloto automático puesto... pero seguimos siendo personas y la mayoría sacamos fuerzas de donde sea para tranquilizaros a los padres asustados y apoyaros en los momentos difíciles. Tratadnos bien, entre todos podemos entendernos sin problema :)

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