La tos, manejo y tratamiento, mitos y realidades.

La tos es un síntoma muy común en los niños durante el invierno, y en ocasiones resulta abrumadora para los padres y cuidadores. "Lleva casi un mes igual, no mejora con nada, le he dado ya tres jarabes, en casa no podemos dormir nadie...". ¿Os suena? Casi siempre estas afirmaciones vienen seguidas de un frustrado "su pediatra me dice que es normal y no me da nada". ¿No hay ningún remedio eficaz para atajarla de una vez por todas?

Que no cunda el pánico. Antes de nada debéis saber que la tos es el mecanismo más eficaz de las vías respiratorias para expulsar cuerpos extraños. Cuando alguien se está ahogando hay que animarle a toser porque en un porcentaje elevado de casos eso le despeja la vía respiratoria y le salva la vida. Y os estaréis preguntando: ¿qué tiene esto que ver con el catarro de mi hijo? Bueno, pues lo más común en el contexto de un costipado es que la tos aparezca para ayudar a movilizar la mucosidad que se acumula en la vía aérea. 

El moco, del que hablaremos en otra ocasión, ayuda a contener los gérmenes y a expulsarlos. Hay que ser muy cautos por tanto cuando intentamos cortar una tos: recordad que está ahí para algo y cumple su función como mecanismo de defensa, igual que comentábamos sobre la fiebre el otro día. ¿Y es normal que dure tanto? Lo esperable en un catarro común son 2-3 días de enfermedad aguda (con fiebre, a veces dolor de garganta, mucosidad) y luego 10-14 días de media de tos residual, aunque se considera normal hasta 3-4 semanas.

¿Pero entonces… no existe ningún jarabe milagroso? 

Desde hace mucho tiempo se han llevado a cabo estudios que comparan los antihistamínicos, antitusivos, mucolíticos y demás medicamentos con el placebo, y nunca se ha encontrado evidencia científica clara a favor de los primeros. Lo que sí se registran cada año son un buen número de intoxicaciones por estas sustancias: hay descongestivos que pueden provocar arritmias cardíacas, antihistamínicos que pueden causar alucinaciones y antitusivos que deprimen el nivel de conciencia

  • Por debajo de los 6 años los medicamentos para el catarro están todos contraindicados con excepción de los antitérmicos y los analgésicos (es decir, las medicinas para la fiebre y para el dolor como el paracetamol o el ibuprofeno). 
  • Para niños de entre 6 y 12 años tampoco se recomienda utilizarlos porque no hay beneficio claramente comprobado y en cambio sí hay riesgo de efectos secundarios importantes. 
  • Los adolescentes mayores de 12 años pueden utilizar descongestionantes nasales, pero tampoco se aconsejan los antitusivos por sistema.

¿Qué podemos hacer entonces para mejorar la comodidad de los pacientes con tos? Porque en ocasiones puede llegar a ser muy molesta e interfiere con el descanso nocturno. Aquí os dejo un compendio de recomendaciones:
  • Miel. En un estudio muy interesante de 2007 se comparó la administración nocturna de miel, un medicamento antitusivo o placebo a un grupo de 105 niños de entre 2 y 18 años y lo único que se mostró efectivo fue la miel (el antitusivo obtuvo los mismos resultados que el placebo). Se recomienda por lo tanto en mayores de 1 año.
  • Hidratación abundante: ayuda a fluidificar la mucosidad y a expulsarla con más facilidad.
  • Caramelos, pastillas para la tos: ningún estudio demuestra su eficacia pero tampoco son dañinos para niños mayores de 6 años (recordad que los pequeños corren riesgo de atragantarse y en ellos no están indicados). Se puede probar con alguno que alivie momentáneamente el picor de garganta.
  • Cebolla: hay mucha gente que cree que ponerle una cebolla partida en la mesilla de noche al niño le calma la tos. Esto mejor dejo que os lo explique Boticaria García, que tiene un vídeo muy divertido al respecto. 

¡Ojo! La inhalación de vapor caliente no se ha demostrado que resulte eficaz y en cambio sí se han reportado quemaduras accidentales con su uso, por lo que no se recomienda.

Finalmente, ¿cuándo deberíais consultar al médico por una tos? Cuando se prolonga más de un mes, asocia dificultad respiratoria, aparece fiebre alta o el niño se queja de dolor en el pecho.



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