Otitis en niños, un problema frecuente.

Se acerca la época de las piscinas y no puedo dejar pasar la oportunidad. Hoy os voy a hablar de un clásico que todos conocéis bien: la otitis. No todas son iguales, no tienen la misma causa y ni siquiera se localizan en el mismo sitio, así que vamos a empezar con un breve repaso. La anatomía del oído está dividida en varias partes: el oído externo incluye la oreja y el conducto auditivo externo, que es la región más expuesta. Es donde se forma la cera y la primera puerta de contacto con el medio externo. Luego está el oído medio, cerrado al exterior por el tímpano, que es una membrana que protege los huesecillos encargados de vibrar con los sonidos para llevar a cabo el proceso de audición. Finalmente, el oído interno conecta con las raíces nerviosas que llevan los impulsos auditivos al cerebro.

Oído externo, medio e interno. Acumulación de mucosidad en el oído medio. Fuente: Wikimedia Commons.

Atendiendo a la anatomía, comprenderéis que según la región que se inflame podremos tener otitis de uno u otro tipo diferente:
  • Otitis externa aguda: es la que típicamente se asocia a los baños en piscina o playa, se suele ver más en verano. Generalmente da picor y un dolor muy agudo que empeora al mover o apretar en la oreja. Se suele tratar con un colirio (gotas), porque al estar inflamada la zona más externa el tratamiento llega bien si se aplica a través del conducto.

  • Otitis media aguda: se acumula secreción en el oído medio, lo más común es que sea por un catarro con producción de mucosidad. Se ve más en invierno, suele acompañarse de fiebre y lo más habitual es que el niño esté costipado en ese momento o acabe de pasar un costipado. Este tipo de otitis se trata con antiinflamatorios y habitualmente no necesita antibiótico. Suele provocar un dolor muy intenso, a veces con crisis de llanto, que dura entre uno y tres días.

  • Otitis crónica: las causas pueden ser diversas, a veces las mismas que las de las otitis agudas, pero en este caso hay una perforación timpánica con supuración que se prolonga más de 6 semanas. Típicamente la otitis crónica no provoca dolor pero sí problemas de audición. Es mucho menos frecuente en los niños que las dos anteriores.

En las otitis medias la presencia de moco abomba el tímpano y provoca mucha presión, causando por ello un dolor intenso. La evolución natural de estos procesos suele ser hacia la perforación del tímpano, drenando así la mucosidad hacia el exterior. A las familias os preocupa mucho que al niño le supure el oído, pero cuando esto sucede normalmente quiere decir que el dolor va a desaparecer y que la curación está próxima. Tener una perforación timpánica no es grave, cicatriza generalmente sola y sin mayor problema, pero sí hay que tener en cuenta una serie de actitudes hasta que esté cerrada:

  • Antibiótico: tendréis que consultar a vuestro Pediatra porque lo más común es que os paute un medicamento para controlar mejor la infección. El tímpano perforado es una ventana abierta que comunica dos espacios, así que hay que tener cuidado con el paso de gérmenes. 

  • No mojar el oído: hasta que esté cicatrizado no conviene que entre agua. Podéis utilizar un tapón para duchar al niño, y no se aconseja bañarse en la playa o la piscina hasta que vuestro médico confirme la curación completa.

  • Analgesia: normalmente el tímpano perforado no provoca dolor, como os he explicado antes, pero si el niño se queja por supuesto le podemos dar paracetamol o antiinflamatorios.

  • Cirugía: en casos muy resistentes, crónicos o especiales se derivará al paciente a Otorrinolaringología para valorar cirugía de reconstrucción.





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