Consejos de salud infantil en verano: sol, playa y digestiones de dos horas.

Ya ha llegado el verano, y si sois frío-fóbicos como yo seguro que lo estabais esperando con ansia. En estos meses alargan los días, la ropa es más cómoda, la gente parece estar de mejor humor, huele a vacaciones... y las costumbres de las familias se alteran un poco. Los niños no van al cole, abren las piscinas y se pasa más tiempo al aire libre. Y aquí es donde viene toda la sabiduría popular en torno al calor, al sol, al agua y a la diversa mitología veraniega. He hecho un recopilatorio de todas esas cosas que la gente se empeña en hacer en esta época que no siempre son tan recomendables como se comenta. ¿Sois de los que no dejáis a los niños que se bañen hasta que hacen dos horas de digestión? Yo esto lo sufría mucho de pequeña.


Esta cara se me quedaba cuando tenía que esperar hora y media
para meterme en el agua. Fuente: Flickr.

¿Tienen realmente alguna base científica todos los consejos que rondan por ahí en torno a la salud de los niños en verano? Vamos a verlo :)

1. Es bueno tomar el sol. 

Hay mucha gente que cree que ahora los médicos tenemos una manía injustificada a la radiación solar. Siempre recomendamos que los niños vayan tapados, que no salgan de casa a mediodía y  somos muy pesados con la crema. Ya en 2005, una revisión de la Academia Americana de Dermatología [1] nos advertía de que la protección solar durante los primeros 18 años de vida reduce la incidencia de cáncer de piel en un 78%. Repasan también otras medidas y concluyen que llevar una camiseta de color claro equivale únicamente a un FPS (factor protector) de 10, que es bastante bajo. O sea, que aunque el niño salga siempre vestido y se bañe con gorra y camiseta, igualmente no debería exponerse al sol entre las doce y las cuatro del mediodía. 

¿Y qué pasa con la vitamina D? Es cierto que se sintetiza en parte gracias a la radiación ultravioleta. En esta revisión [2] de la Asociación Española de Pediatría de 2018 nos cuentan que para generar la suficiente vitamina D basta con 10 minutos de exposición solar diaria en brazos, manos y cara. Lo mismo nos aconsejan desde la Asociación de Pediatría de Atención Primaria [3]. De todos modos sigue siendo mucho más grave tener un melanoma que un déficit de vitamina D, y no está de más recordar que en los últimos años la incidencia de cáncer de piel sigue aumentando, así que poned las cosas en perspectiva: si por miedo a que le falten vitaminas dejáis que se cueza al sol estáis saliendo de Guatemala para caer en Guatepeor.

2. La digestión de 2h.

En este caso está más que demostrado que lo que puede ocasionar un shock es el cambio brusco de temperatura, no la cantidad de comida que se ha tomado ni las horas transcurridas desde la misma. Si el niño lleva dos horas corriendo por ahí y sudando como un pollo tiene más riesgo al meterse de golpe en agua fresca que si acaba de comer y se va mojando poco a poco el cuerpo hasta que se aclimate. Así que ya sabéis, no les hagáis sufrir más: cuando quieran entrar al agua acompañadles, vigilad que se sumerjan por partes y con paciencia y ya está.

Y tan contento todo el mundo :)   Fuente: Pixabay.

3. Hay que beber 2L de agua al día.

Perseguir al niño en verano con la botella de agua: otro clásico. Hace calor, sudan mucho, y en algún sitio habéis leído que hay que beber mínimo dos litros de agua al día. ¿Es esto necesario? Desde la British Nutrition Foundation [4] nos recomiendan efectivamente unos dos litros, pero de líquido total al día. Teniendo en cuenta que con la comida ya ingerimos aproximadamente un 30%, lo que se aconseja beber es aproximadamente un litro en niños pequeños (4-8 años) y litro y medio los mayores. Por supuesto lo ideal es que sea agua, pero si toman leche o algún zumo hay que descontarlo del total (sigue siendo líquido). O sea, que estás bien beber pero sin obsesionarse.

4. Los niños no deben ir descalzos / si van sin ropa se costipan.

Rotundamente NO. Es normal y saludable que cuando un niño tiene calor se quite la ropa. ¿Vosotros os ponéis manga larga y zapato cerrado en Agosto? Pues con los peques igual. Los costipados son infecciones y se cogen por pillar virus. La transmisión de los catarros ocurre por contagio desde otra persona que está costipada. Dejadlos que vayan descalzos que no pasa nada malo... vigilando el suelo que pisan, claro está. En la playa, donde la gente puede dejar basura u objetos cortantes, conviene que lleven chanclas.

Como más a gusto están cuando hace calor es con todo al aire ;) 
Fuente: Pixabay.

5. Embadurnarlos de repelente de insectos.

En verano proliferan los mosquitos, garrapatas y bichos varios. Es una práctica común (y recomendable) poner a los niños algún repelente cuando haya posibilidad de picaduras. Sin embargo, como nos recuerda la Academia Americana de Pediatría [5], deberíamos aplicarlo solo en la ropa del niño y en las zonas de piel expuesta. Nunca se pone directamente en la cara, sino que debéis pulverizarlo en vuestras manos y luego con suavidad en su frente y sus mejillas. Los que contienen permetrina no deben aplicarse en la piel. Siempre hay que duchar al niño y lavar su ropa cuando vuelva a entrar en casa después de haber llevado el repelente un tiempo. Por último, a los menores de 2 meses no deberíais ponérselo nunca. ¡Ah! Y no se ha demostrado la eficacia de las pulseras, los ultrasonidos ni las lámparas que dan descargas eléctricas.

6. Con flotador o manguitos se pueden bañar seguros.

Cada vez se recomiendan menos por varias razones, la principal es que causan una falsa sensación de seguridad. Cuando un niño se mete en el agua siempre debería haber un adulto vigilando, aunque el crío tenga once años y sea campeón de natación. Os sorprendería la de accidentes que pueden tener lugar en una piscina en cuestión de segundos. Nunca deberíais dejar a ningún peque bañarse sin supervisión directa.

Los flotadores y los manguitos se pueden pinchar, no son infalibles. Tampoco dan una sujeción muy eficaz, se resbalan: los manguitos se pueden salir de los brazos y en el caso del flotador el niño puede colarse por el agujero de en medio. También les dificultan el movimiento y les impiden aprender a nadar o a flotar por sí mismos cuando no los llevan puestos. Hay dispositivos más recomendables, como los chalecos o las tablas de espuma, pero aun así nunca deberían sustituir a la supervisión por parte de un adulto.

El churro de piscina también es una buena opción: los niños aprenden a nadar
pero tienen algo a lo que sujetarse. Fuente: Pixabay.





Enlaces de interés: 

[1] Kullavanijaya, P., & Lim, H. W. (2005). Photoprotection. Journal of the American Academy of Dermatology, 52(6), 937–958.doi:10.1016/j.jaad.2004.07.063. Disponible online.

[2] Mengual Gil JM. Vitamina D por encima del año de vida, ¿es necesaria o está de moda? En: AEPap (ed.). Curso de Actualización Pediatría 2018. Madrid: Lúa Ediciones 3.0; 2018. p. 17-30.  Disponible online.

[3] Merino Moína, M. Prevención del cáncer de piel y consejo de protección solar. En recomendaciones PrevInfad / PAPPS [en línea]. Actualizado diciembre de 2009. [consultado 12-07-2019]. Disponible online.

[4] Hydration for children. British Nutrition Foundation. Agosto 2018. Disponible online. 

[5] A parent's guide to insect repellents. Academia Americana de Pediatría, 2012. Disponible online. 

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