¿Quién cuida al cuidador?

Seguro que a muchos os suena el "síndrome del cuidador", el nombre que se da al agotamiento físico y psíquico de los que se hacen cargo de personas dependientes. Normalmente todos pensamos en gente que tiene familiares enfermos o inválidos, a menudo ancianos, pero esta sobrecarga se puede ver también en mayor o menor medida en los profesionales de la salud. No hablo solo de lo pesada que pueda resultar una jornada de trabajo, porque esto nos pasa a los médicos y a todo el resto de la humanidad, sino de la sensación de irte a casa con la cabeza todavía centrada en los pacientes. Cuando sales del hospital y en vez de desconectar hasta el día siguiente estás dando vueltas a los niños que has visitado, a ese caso complicado y cómo estará evolucionando, la angustia de la familia, dudas sobre si podrías haber hecho las cosas de otra forma, ...

Es una responsabilidad muy grande que el bienestar de los demás dependa de ti. Fuente: Flickr.

En urgencias vemos historias trágicas. No me refiero únicamente a las que tienen un mal desenlace, hablo también de todos esos niños con enfermedades crónicas cuyas familias viven sobrecargadas de tratamientos, citas médicas, pruebas y hospitalizaciones. Hablo de toda la pena que esas personas comparten con nosotros. Y está bien que nos lo cuenten, y es parte de nuestro trabajo escuchar y recomfortar, y no conozco a ningún pediatra que se lamente por esto. Al revés, a menudo se nos acusa de "implicarnos demasiado", como si pudiéramos elegir que los dramas de los demás nos dieran igual (y tampoco querríamos, porque seríamos robots).

¿Y quién cuida al cuidador?

Hay que dejar de esperar que los demás te devuelvan el favor. Cuando llegas a casa después de una guardia de veinticuatro horas estaría bien que te hubieran hecho la comida, lavado la ropa y entretenido a tus hijos (si los tienes) para que pudieras echarte a dormir, pero seamos justos: los que viven contigo no tienen por qué cargar sobre sus hombros la responsabilidad de tu felicidad. Igual ellos también tienen horarios malos, o compromisos previos, y no debes pedir a nadie que pare su vida para compensarte nada a ti. Entended esto, porque es la fuente de mucha frustración entre los cuidadores que acaban sintiendo rencor por no sentirse bien retribuidos. Está claro que quien viva contigo te tiene que tratar bien, si no qué haces viviendo con ellos, pero no puedes ir por ahí pensando que el mundo te debe una porque la realidad te va a dar un capón.

Empieza por cuidarte tú. Eres igual de importante que la persona de la que te estás ocupando. Si tú no estás bien, no podrás dedicar a nadie más tu ayuda. Acuérdate siempre de esto.

Guarda algo de tiempo para tus aficiones. Y sí, tirarte en el sofá a leer o ver una peli
también se considera afición. No todo tiene por qué ser actividad frenética.
Fuente: PDP.

No encapsules tus dramas en un rincón para hacer como que no existen, acabarán explotando. Déjate un tiempo cuando no estás en tu labor de cuidador para acordarte de lo que has vivido, llorar si lo necesitas, recordar a alguien que te preocupa... pero ponte una hora límite. Luego para y empieza a hacer otra cosa que te distraiga.
No destines todo tu tiempo libre para hacer más trabajo. Está muy bien estudiar en casa y los sanitarios deberíamos reciclarnos constantemente, porque la ciencia avanza todos los días. Pero no te sientas culpable si te apetece hacer un curso de idiomas, punto de cruz, jardinería o alguna otra afición loca. Es habitual sentir que estas cosas "te quitan tiempo" de lo importante, que es la medicina, pero no olvides que antes de sanitario eres una persona, con sus gustos y sus pasiones que cultivar.
Cuidado con las gratificaciones económicas. Gastar dinero en comprarte cosas "porque te las mereces" no te va a hacer sentir mejor cuando te des cuenta de que te has dejado medio sueldo, así que si no eres capaz de moderarte es mejor que evites los centros comerciales en los días vulnerables.

Cuidado con las gratificaciones de comida. Lo mismo que antes. Es fácil terminar un turno de trabajo o de cuidado intenso con ganas de enterrar tus penas en grasa, pero recuerda que tu estómago agradecerá un poco de paz. Lo que te falta es pasar el rato que tienes libre entre retortijones.

Confecciona una lista de mínimos para los días despejados. Es habitual querer condensar mil actividades pendientes en una mañana o una tarde para aprovechar, pero esto es poco realista. Estás cansado y lo último que necesitas es enfrentarte a una lista de tareas interminable. Lo mejor es ceñirte a los mínimos, cosas que hay que hacer sí o sí, que serán una o dos. Ordénalas por prioridades, y así sabes que todas las demás pueden esperar. A ser posible, no dejes tampoco las labores de la casa que menos te gustan para estos momentos, es una forma estupenda de amargarte.

Deja la comida hecha de antemano, cuando estás agotado rara vez te apetece cocinar. Si no te ha dado la vida, planea un menú fácil para los días en los que te sientes muerto viviente: una ensalada, pasta, bocadillo o tostadas con algo, tortilla, ... No te impongas la obligación de guisar un megaestofado para toda la familia en tu día libre, puede parecer buena idea de antemano pero es mejor guardar un plan B en el congelador.



Y a vosotros, ¿qué os gusta hacer cuando salís de guardia? ¿O cómo os mimáis si sois cuidadores a tiempo completo de algún familiar? Toda idea es bienvenida. Mucho ánimo, lo estáis haciendo bien 🌹

Comentarios